Quedaba poco tiempo, y el haber llegado al final, la devolvía al principio. Todo lo que pasase o dejase de pasar, y el no llegar a saber el alcance de lo que sucedería a continuación, la tenían desquiciada.
Para contribuir a ese desagradable estado, la página en la que estaba comprando -mas para alejar la realidad que por necesidad- se había bloqueado, lo que hizo a Cayetana ponerse algo rabiosa, y sólo por no poder comprar un sujetador con el que estaría muy atractiva pero que nadie vería ni disfrutaría, al menos de momento.
Siempre fue muy analógica, pero compraba por internet porque no le quedaba otro remedio si quería conseguir algunas prendas exclusivas, y el solo hecho de no poder hacerlo en ese justo momento, le produjo un inusitado malestar, si es que era posible añadir algo más de enfado al sentimiento de angustia que la carcomía y que la acompañaba en las últimas horas.
Al final se dio por vencida y lloró desconsolada cuando por fin fue consciente de que no era un sujetador lo que necesitaba, sino alguien que pintase para ella otra realidad más habitable.