Los reencuentros no siempre traen felicidad y buenos recuerdos, en muchas ocasiones nos hacen volver a ese momento que durante los años que han pasado hemos querido borrar y que vuelve a nosotros cuando una persona o una situación nos lo recuerda.
Y ahí, ante ella, estaba de nuevo él. Ese que la dejó quizá porque ella no supo retenerlo. O simplemente porque era más complicado quedarse y vivir a su lado que intentar olvidar y seguir sin mirar atrás. Nunca se lo dijo y jamás ella lo preguntó.
En mitad de aquella calle una mañana cualquiera apareció de nuevo sin vino ni confeti. Sólo él y su triste melodía. Esa que siempre la destrozaba. Se miraron, se saludaron como si nada hubiese pasado entre ellos con un mirada profunda que guardaba todo lo que sentía y cada uno siguió tras un abrazo que guardaba de nuevo unos deseos que ya no serían alimentados.
Lo miró alejarse y sólo deseaba que el olvido hiciese su trabajo.